domingo, 20 de marzo de 2011

Reprise.

 - Tome el colectivo como siempre lo hacía creo que esta vez Salí muy temprano pero es mi infinita necesidad de llegar puntual.  De camino a nuestro punto de encuentro recordé a un par de amigos y a otros no tan amigos sonreí un poco saque un cigarrillo de mi saco gris como el cielo de esa tarde y fume, el viaje  tardo más de lo normal, mi miedo de que el cielo rompiera en lágrimas cada vez se hacía mayor. Logre bajar del transporte y aun no llovía, camine hacia el viejo café y me senté en la misma banca de las veces anteriores espere a que llegara. No había nada inusual en el ambiente, fume un par de cigarrillos mas y no habían señales de ella, pregunte al mesero si la había visto y su respuesta fue muy parca y negativa. Al darme cuenta ya era más de la hora pactada y no aparecía por ningún lugar, pregunte nuevamente a otro mesero este contesto: que hacía poco que no la veían por ahí, que la última vez que la había observado era hace 3 días con un muchacho bien parecido que pago su cuenta y que le encendía los cigarrillos, que reían y conversaban de la vida, que hacían planes de viajes de los cuales nunca volverían. Pensé por un momento y volví a reír seguramente llegue tarde como siempre. Supongo que encontró con quien divertirse y que probablemente estaría llegando a su destino soñado. Pedí lo mismo de siempre mi copa de marqués de Cáceres del 87  esta tenía un sabor extraño no lograba descifrar que era esa sensación. De reojo pude ver que una vieja amiga se acercaba y comprendí porque esta vez mi vino se sentía más amargo. Se paro frente a mi iba más bella que en otras ocasiones llevaba puesto un vestido negro le quedaba muy bien la verdad. Rápidamente ofrecí un cigarrillo, ella contesto que ya no fumaba y que me aceptaba una copa. Pedí al mesero que trajera otra copa para la dama y este la sirvió  de inmediato.  La observe como siempre despacio y detalladamente no había cambiado para nada se miraba un poco más joven, ella sonrío y susurro siempre me tendrás a tu lado no dude de mi jamás entendí el mensaje. Sabía que aquella tarde había perdido mucho  y que seguramente este encuentro ya estaba arreglado, mi felicidad y fortuna viajaban en maletas con destino desconocido y la soledad me atrapaba nuevamente en su negro agujero. Siempre regreso al café intento encontrar pistas de su destino o quizás imaginar que algún día regresara diciendo que solo tuvo un contratiempo, mientras tanto pido dos copas de Cáceres del 87 y brindo con la soledad por un futuro mejor.

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